viernes, 30 de abril de 2010

jueves, 29 de abril de 2010

Una cita al día 263

"Si no están prevenidos ante los Medios de Comunicación, los harán amar al opresor y odiar al oprimido"

Malcolm X
(1925 - 1965) Orador, ministro y activista de los derechos humanos estadounidense.




René Ostos ;)

Sobrevivencia en tiempos del narco (Primera parte)

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René Ostos ;)

miércoles, 28 de abril de 2010

Una cita al día 262

"Hago más caso del testimonio de mi conciencia que de todos los juicios que los hombres hagan por mí."

Marco Tulio Cicerón
  (106 - 43 a. C.) Jurista, político, filósofo, escritor y orador romano.





René Ostos ;)

La Casa de Muñecas - Katherine Mansfield

Cuando la querida anciana señora de Hay volvió a la ciudad después de pasar un tiempo en casa de los Burnell, les envió a los niños una casa de muñecas. Era tan grande que el cochero y Pat la llevaron al patio, y allí quedó, apuntalada por dos cajas de madera al lado de la puerta del comedor diario. No podía pasarle nada; era verano. Y quizás el olor de pintura se habría ido cuando llegara el momento de tener que entrarla. Porque, realmente, el olor de pintura que venía de esa casa de muñecas ("¡tan simpático de parte de la anciana señora de Hay, por supuesto; tan simpático y generoso!") ... pero el olor de pintura bastaba como para enfermar seriamente a cualquiera, según opinaba la tía Berly. Aun antes de sacarla de su envoltorio. Y cuando la sacaron...

Allí quedó la casa de muñecas, de un color verde espinaca, oscuro y aceitoso, entremezclado de amarillo brillante. Sus dos sólidas y pequeñas chimeneas, pegadas al techo, estaban pintadas de rojo y blanco, y la puerta, resplandeciente de barniz amarillo, parecía un trocito de caramelo. Cuatro ventanas, ventanas de verdad, estaban divididas en paneles por una ancha franja de verde. Había realmente un pequeño pórtico, también, pintado de amarillo, con grandes grumos de pintura seca colgando a lo largo del borde.

martes, 27 de abril de 2010

Una cita al día 261

"Es más vergonzoso desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos."

Jean de la Bruyere
(1645 - 1696) Escritor y moralista francés.







René Ostos ;)

Close to me - The Cure (Acústico)


Mi canción favorita de este grupazo, sólo con escucharla me pongo de buen humor. =D

René Ostos ;)


lunes, 26 de abril de 2010

Una cita al día 260

"El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada."

Gustavo Adolfo Bécquer
(1836 - 1870) Poeta español.







René Ostos ;)

Historia de los dos que soñaron - Gustavo Weil (traducción)


Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme) que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió, menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño a un desconocido que le dijo:

-Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.

A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el decreto de Dios Todopoderoso una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y lo llevaron a la cárcel. El juez lo hizo comparecer y le dijo:

domingo, 25 de abril de 2010

Una cita al día 259

"Es un principio indiscutible que para saber mandar bien, es preciso saber obedecer."

Aristóteles
(384 - 322 a.C.) Filósofo griego.






René Ostos ;)

El rock and roll de los idiotas - Joaquín Sabina

El pasado martes 20 de abril su humilde servidor tuvo la fortuna de ser invitado* al un concierto de la gira "Vinagre y rosas" del cantautor español Joaquín Sabina. Debo decir que aunque no soy un fiel seguidor de la obra de este poeta, acepté la invitación de muy buen agrado. Sabina estuvo excelente, sus músicos a la altura, la escenografía de la Ciudad de México me fascinó, sólo hubo un pequeño detalle que no me agradó... NO CANTÓ EL ROCK AND ROLL DE LOS IDIOTAS!!! 

Desencantado, hoy quise resarcir el daño que produjo semejante decepción en mi persona, así que me dispuse a buscar una versión en concierto en Youtube, y oh sorpresa, "#$#$%&// no está, no la hay, ¡¡¡no existe!!! Quiero contener mi ira, así que me conformaré con este video no oficial de la canción:


¿Ven? qué buena rola, y no la cantó =(

*Gracias Eli.

René Ostos ;)

sábado, 24 de abril de 2010

Una cita al día 258

"El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político  hizo un gesto y desapareció el mago."

Woody Allen (1935 - ¿?) Director, guionista, actor, músico y escritor estadounidense.




René Ostos ;)

Gallo

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René Ostos ;)

viernes, 23 de abril de 2010

Una cita al día 257

"No es suficiente enseñar a un hombre una especialidad. Aun cuando esto logre convertirlo en una especie de máquina útil no tendrá una personalidad desarrollada de manera armoniosa.

Es indispensable que el estudiante adquiera una comprensión de los valores y una profunda afinidad con ellos. Tiene que alcanzar un vigoroso sentimiento de lo bello y de lo moralmente bueno.

De lo contrario, la especialización de sus conocimientos lo asemejarán más a un perro adiestrado que a una persona de desarrollo culto y equilibrado.

Ha de aprender a intuir las motivaciones de los seres humanos, sus sufrimientos e ilusiones para conseguir una relación adecuada con su prójimo y la comunidad."

Albert Einstein
(1879-1955) Físico alemán.

René Ostos ;)

El jorobadito - Roberto Arlt

Los diversos y exagerados rumores desparramados con motivo de la conducta que observé en compañía de Rigoletto, el jorobadito, en la casa de la señora X, apartaron en su tiempo a mucha gente de mi lado.

Sin embargo, mis singularidades no me acarrearon mayores desventuras, de no perfeccionarlas estrangulando a Rigoletto.

Retorcerle el pescuezo al jorobadito ha sido de mi parte un acto más ruinoso e imprudente para mis intereses, que atentar contra la existencia de un benefactor de la humanidad.

Se ha echado sobre mí la policía, los jueces y los periódicos. Y ésta es la hora en que aún me pregunto (considerando los rigores de la justicia) si Rigoletto no estaba llamado a ser un capitán de hombres, un genio, o un filántropo. De otra forma no se explican las crueldades de la ley para vengar los fueros de un insigne piojoso, al cual, para pagarle de su insolencia, resultaran insuficientes todos los puntapiés que pudieran suministrarle en el trasero, una brigada de personas bien nacidas.

No se me oculta que sucesos peores ocurren sobre el planeta, pero ésta no es una razón para que yo deje de mirar con angustia las leprosas paredes del calabozo donde estoy alojado a espera de un destino peor.

Pero estaba escrito que de un deforme debían provenirme tantas dificultades.

Recuerdo (y esto a vía de información para los aficionados a la teosofía y la metafísica) que desde mi tierna infancia me llamaron la atención los contrahechos. Los odiaba al tiempo que me atraían, como detesto y me llama la profundidad abierta bajo la balconada de un noveno piso, a cuyo barandal me he aproximado más de una vez con el corazón temblando de cautela y delicioso pavor. Y así como frente al vacío no puedo sustraerme al terror de imaginarme cayendo en el aire con el estómago contraído en la asfixia del desmoronamiento, en presencia de un deforme no puedo escapar al nauseoso pensamiento de imaginarme corcoveado, grotesco, espantoso, abandonado de todos, hospedado en una perrera, perseguido por traíllas de chicos feroces que me clavarían agujas en la giba...

Una cita al día 256

"¿Hasta cuándo me puedo llamar ciudadano libre de un país del que he nacido orgulloso pero no vivo feliz?" 

Fernando Delgadillo (1965- ?) Cantautor mexicano, creador de la "Canción Informal".


Deyanira Uriostegui

miércoles, 21 de abril de 2010

Una cita al día 255

"No hay testigo tan terrible ni acusador tan potente como la conciencia  que mora en el seno de cada hombre."

Polibio
(200 - 118 a. C.) Historiador griego






René Ostos ;)

martes, 20 de abril de 2010

Una cita al día 254

"Uno de los castigos por rehusarte a participar en política, es que terminarás siendo gobernado por hombres inferiores a ti"

Platón
(427 o 428 - 347 a.C.) Filósofo griego.





René Ostos ;)

El rap de los 40 limones - Juan Antonio Canta

¿Se acuerdan de esta rolita tan pegajosa?


 
Un límón y medio limón... =P
 
René Ostos ;)

Matabellas


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René Ostos ;)

lunes, 19 de abril de 2010

Una cita al día 253

"Es triste condición tener pocas cosas que desear y muchas que temer, y sin embargo, tal suele ser el caso de los reyes."

Francis Bacon (1561 - 1626) Filósofo y canciller inglés.







René Ostos ;)

domingo, 18 de abril de 2010

Una cita al día 252

"La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas."

Karl Marx (1818 - 1883) Filósofo alemán.






René Ostos ;)

Turismo extremo





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René Ostos ;)

sábado, 17 de abril de 2010

Una cita al día 251

"Los hombres temen a los mismos dioses que han inventado."

Marco Anneo Lucano (39 d.C. - 65 d.C.) Poeta romano.







René Ostos ;)

Campaña contra el cigarro

Despues de todo fumar no es tan malo...




René Ostos ;)

María - Café Tacvba

Una de sus mejores canciones que sin duda alguna se ha convertido en un clásico.



Que tiempos aquellos ¿de verdad ha pasado tanto? Noten los rostros mancebos de aquellos músicos que "apenas empezaban."

viernes, 16 de abril de 2010

Una cita al día 250

"Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas."

Friedrich Nietzsche (1844 – 1900) Filósofo, poeta y filólogo alemán.





René Ostos ;)

Muchachitas

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jueves, 15 de abril de 2010

Una cita al día 249

"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo."

Ludwig Josef Johann Wittgenstein (1889 - 1951) Filósofo austriaco.




René Ostos ;)

La estatua de sal - Leopoldo Lugones

He aquí cómo refirió el peregrino la verdadera historia del monje Sosistrato:

-Quien no ha pasado alguna vez por el monasterio de San Sabas, diga que no conoce la desolación. Imaginaos un antiquísimo edificio situado sobre el Jordán, cuyas aguas saturadas de arena amarillenta, se deslizan ya casi agotadas hacia el Mar Muerto, por entre bosquecillos de terebintos y manzanos de Sodoma. En toda aquella comarca no hay más que una palmera cuya copa sobrepasa los muros del monasterio. Una soledad infinita, sólo turbada de tarde en tarde por el paso de algunos nómadas que trasladan sus rebaños; un silencio colosal que parece bajar de las montañas cuya eminencia amuralla el horizonte. Cuando sopla el viento del desierto, llueve arena impalpable; cuando el viento es del lago, todas las plantas quedan cubiertas de sal. El ocaso y la aurora se confunden en una misma tristeza. Sólo aquellos que deben expiar grandes crímenes, arrostran semejantes soledades. En el convento se puede oír misa y comulgar. Los monjes que no son ya más que cinco, y todos por lo menos sexagenarios, ofrecen al peregrino una modesta colación de dátiles fritos, uvas, aguas del río y algunas veces vino de palmera. Jamás salen del monasterio, aunque las tribus vecinas los respetan porque son buenos médicos. Cuando muere alguno, le sepultan en las cuevas que hay debajo a la orilla del río, entre las rocas. En esas cuevas anidan ahora parejas de palomas azules, amigas del convento; antes, hace ya muchos años, habitaron en ellas los primeros anacoretas, uno de los cuales fue el monje Sosistrato cuya historia he prometido contaros. Ayúdeme nuestra Señora del Carmelo y vosotros escuchad con atención. Lo que vais a oír me lo refirió palabra por palabra el hermano Porfirio, que ahora está sepultado en una de las cuevas de San Sabas, donde acabó su santa vida a los ochenta años en la virtud y la penitencia. Dios le haya acogido en su gracia. Amén.

Sosistrato era un monje armenio, que había resuelto pasar su vida en la soledad con varios jóvenes compañeros suyos de vida mundana, recién convertidos a la religión del crucificado. Pertenecía, pues, a la fuerte raza de los estilitas. Después de largo vagar por el desierto, encontraron un día las cavernas de que os he hablado y se instalaron en ellas. El agua del Jordán, los frutos de una pequeña hortaliza que cultivaban en común, bastaban para llenar sus necesidades. Pasaban los días orando y meditando. De aquellas grutas surgían columnas de plegarias, que contenían con su esfuerzo la vacilante bóveda de los cielos próxima a desplomarse sobre los pecados del mundo. El sacrificio de aquellos desterrados, que ofrecían diariamente la maceración de sus carnes y la pena de sus ayunos a la justa ira de Dios, para aplacarla, evitó muchas pestes, guerras y terremotos. Esto no lo saben los impíos que ríen con ligereza de las penitencias de los cenobitas. Y sin embargo, los sacrificios y oraciones de los justos son las claves del techo del universo.

Mirada futurista

Torre de Telmex. Centro Histórico de la Ciudad de México (13.04.10)

René Ostos ;)

miércoles, 14 de abril de 2010

Una cita al día 248

"Hombre soy; nada humano me es ajeno."

Publio Terencio Africano (194 - 159 a.C.) Dramaturgo latino.







René Ostos ;)

Arte poética - Vicente Huidobro

Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero
reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
hacedla florecer en el poema.

Sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el sol.

El poeta es un pequeño Dios.

Sobre el autor

René Ostos ;)

martes, 13 de abril de 2010

Una cita al día 247

"La verdadera libertad consiste en poder hacer lo que se debe hacer."

Baltasar Gracián (1601 – 1658) Jesuita y escritor español.






René Ostos ;)

El almohadón de plumas - Horacio Quiroga

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.

Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.

La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.

Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.

—No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada.. . Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.

Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.

Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.

—¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.

Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.

—¡Soy yo, Alicia, soy yo!

Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.

Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.

—Pst... —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso serio... poco hay que hacer...

—¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.

Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.

Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.

Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.

—¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.

Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados dél hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

—Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.

—Levántelo a la luz —le dijo Jordán.

La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.

—¿Qué hay?—murmuró con la voz ronca.

—Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós: —sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin dada su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

Sobre el autor
Deyanira Uriostegui

Me llaman calle - Manu Chao



Deyanira Uriostegui

lunes, 12 de abril de 2010

Una cita al día 246

"Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber."

Benjamin Disraeli (1804 - 1881) Estadista y escritor inglés.





René Ostos ;)

Desaparecido

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René Ostos ;)

domingo, 11 de abril de 2010

Una cita al día 245

"Cristo montó sobre un asno, pero hoy los asnos montan sobre Cristo"

Christian Johann Heinrich Heine (1797 - 1896) Poeta y ensayista alemán.







René Ostos ;)

El fantasma - Enrique Anderson Imbert

Se dio cuenta de que acababa de morirse cuando vio que su propio cuerpo, como si no fuera el suyo sino el de un doble, se desplomaba sobre la silla y la arrastraba en la caída. Cadáver y silla quedaron tendidos sobre la alfombra, en medio de la habitación.

¿Con que eso era la muerte?

¡Qué desengaño! Había querido averiguar cómo era el tránsito al otro mundo ¡y resultaba que no había ningún otro mundo! La misma opacidad de los muros, la misma distancia entre mueble y mueble, el mismo repicar de la lluvia sobre el techo... Y sobre todo ¡qué inmutables, qué indiferentes a su muerte los objetos que él siempre había creído amigos!: la lámpara encendida, el sombrero en la percha... Todo, todo estaba igual. Sólo la silla volteada y su propio cadáver, cara al cielo raso.

Se inclinó y se miró en su cadáver como antes solía mirarse en el espejo. ¡Qué avejentado! ¡Y esas envolturas de carne gastada! - Si yo pudiera alzarle los párpados quizá la luz azul de mis ojos ennobleciera otra vez el cuerpo - pensó.

Porque así, sin la mirada, esos mofletes y arrugas, las curvas velludas de la nariz y los dos dientes amarillos, mordiéndose el labio exangüe estaban revelándole su aborrecida condición de mamífero.

-Ahora que sé que del otro lado no hay ángeles ni abismos me vuelvo a mi humilde morada.

Y con buen humor se aproximó a su cadáver -jaula vacía- y fue a entrar para animarlo otra vez.

¡Tan fácil que hubiera sido! Pero no pudo. No pudo porque en ese mismo instante se abrió la puerta y se entrometió su mujer, alarmada por el ruido de silla y cuerpo caídos.

-¡No entres! -gritó él, pero sin voz.

Era tarde. La mujer se arrojó sobre su marido y al sentirlo exánime lloró y lloró.

-¡Cállate! ¡Lo has echado todo a perder! - gritaba él, pero sin voz.

¡Qué mala suerte! ¿Por qué no se le habría ocurrido encerrarse con llave durante la experiencia. Ahora, con testigo, ya no podía resucitar; estaba muerto, definitivamente muerto. ¡Qué mala suerte!

Acechó a su mujer, casi desvanecida sobre su cadáver; y su propio cadáver, con la nariz como una proa entre las ondas de pelo de su mujer. Sus tres niñas irrumpieron a la carrera como si se disputaran un dulce, frenaron de golpe, poco a poco se acercaron y al rato todas lloraban, unas sobre otras. También él lloraba viéndose allí en el suelo, porque comprendió que estar muerto es como estar vivo, pero solo, muy solo.

Salió de la habitación, triste.

¿Adónde iría?

Ya no tuvo esperanzas de una vida sobrenatural. No, no había ningún misterio.

Y empezó a descender, escalón por escalón, con gran pesadumbre.

Se paró en el rellano. Acababa de advertir que, muerto y todo, había seguido creyendo que se movía como si tuviera piernas y brazos. ¡Eligió como perspectiva la altura donde antes llevaba sus ojos físicos! Puro hábito. Quiso probar entonces las nuevas ventajas y se echó a volar por las curvas del aire. Lo único que no pudo hacer fue traspasar los cuerpos sólidos, tan opacos, las insobornables como siempre. Chocaba contra ellos. No es que le doliera; simplemente no podía atravesarlos. Puertas, ventanas, pasadizos, todos los canales que abre el hombre a su actividad, seguían imponiendo direcciones a sus revoloteos. Pudo colarse por el ojo de una cerradura, pero a duras penas. Él, muerto, no era una especie de virus filtrable para el que siempre hay pasos; sólo podía penetrar por las hendijas que los hombres descubren a simple vista. ¿Tendría ahora el tamaño de una pupila de ojo? Sin embargo, se sentía como cuando vivo, invisible, sí, pero no incorpóreo. No quiso volar más, y bajó a retomar sobre el suelo su estatura de hombre. Conservaba la memoria de su cuerpo ausente, de las posturas que antes había adoptado en cada caso, de las distancias precisas donde estarían su piel, su pelo, sus miembros. Evocaba así a su alrededor su propia figura; y se insertó donde antes había tenido las pupilas.

Esa noche veló al lado de su cadáver, junto a su mujer. Se acercó también a sus amigos y oyó sus conversaciones. Lo vio todo. Hasta el último instante, cuando los terrones del camposanto sonaron lúgubres sobre el cajón y lo cubrieron.

Él había sido toda su vida un hombre doméstico. De su oficina a su casa, de casa a su oficina. Y nada, fuera de su mujer y sus hijas. No tuvo, pues, tentaciones de viajar al estómago de la ballena o de recorrer el gran hormiguero. Prefirió hacer como que se sentaba en el viejo sillón y gozar de la paz de los suyos.

Pronto se resignó a no poder comunicarles ningún signo de su presencia. Le bastaba con que su mujer alzara los ojos y mirase su retrato en lo alto de la pared.

A veces se lamentó de no encontrarse en sus paseos con otro muerto siquiera para cambiar impresiones. Pero no se aburría. Acompañaba a su mujer a todas partes e iba al cine con las niñas. En el invierno su mujer cayó enferma, y él deseó que se muriera. Tenía la esperanza de que, al morir, el alma de ella vendría a hacerle compañía. Y se murió su mujer, pero su alma fue tan invisible para él como para las huérfanas.

Quedó otra vez solo, más solo aún, puesto que ya no pudo ver a su mujer. Se consoló con el presentimiento de que el alma de ella estaba a su lado, contemplando también a las hijas comunes. ¿Se daría cuenta su mujer de que él estaba allí? Sí... ¡claro!... qué duda había. ¡Era tan natural!

Hasta que un día tuvo, por primera vez desde que estaba muerto, esa sensación de más allá, de misterio, que tantas veces lo había sobrecogido cuando vivo; ¿y si toda la casa estuviera poblada de sombras de lejanos parientes, de amigos olvidados, de fisgones, que divertían su eternidad espiando las huérfanas?

Se estremeció de disgusto, como si hubiera metido la mano en una cueva de gusanos. ¡Almas, almas, centenares de almas extrañas deslizándose unas encimas de otras, ciegas entre sí pero con sus maliciosos ojos abiertos al aire que respiraban sus hijas!

Nunca pudo recobrarse de esa sospecha, aunque con el tiempo consiguió despreocuparse: ¡qué iba a hacer! Su cuñada había recogido a las huérfanas. Allí se sintió otra vez en su hogar. Y pasaron los años. Y vio morir, solteras, una tras otra, a sus tres hijas. Se apagó así, para siempre, ese fuego de la carne que en otras familias más abundantes va extendiéndose como un incendio en el campo.

Pero él sabía que en lo invisible de la muerte su familia seguía triunfando, que todos, por el gusto de adivinarse juntos, habitaban la misma casa, prendidos a su cuñada como náufragos al último leño.

También murió su cuñada.

Se acercó al ataúd donde la velaban, miró su rostro, que todavía se ofrecía como un espejo al misterio, y sollozó, solo, solo ¡qué solo! Ya no había nadie en el mundo de los vivos que los atrajera a todos con la fuerza del cariño. Ya no había posibilidades de citarse en un punto del universo. Ya no había esperanzas. Allí, entre los cirios en llama, debían de estar las almas de su mujer y de sus hijas. Les dijo "¡Adiós!" sabiendo que no podían oírlo, salió al patio y voló noche arriba.

Sobre el autor

René Ostos ;)

Visiones del averno 6


Número 154, 28 de julio de 2008. Portada: Hernández

René Ostos ;)

Para evitar extorsiones


Cortesía de www.monerohernandez.com.mx
Deyanira Uriostegui

sábado, 10 de abril de 2010

Una cita al día 244

"La misión del arte no es copiar la naturaleza, sino expresarla."

Honoré de Balzac (1799 - 1850) Escritor francés.






René Ostos ;)

viernes, 9 de abril de 2010

Una cita al día 243

"No necesito amigos que cambian cuando yo cambio, y asienten cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor."

Plutarco (h. 50 ó 46 - id., h. 120). Historiador y moralista griego.





René Ostos ;)

¿Dónde estás?

Puros grandes (sobre todo Andrés Calamaro) interprentando un muy buen tema ;)



Deyanira Uriostegui

La enfermedad de nuestra era

Se dice que la enfermedad del hombre moderno es el estres, y el presente video ilustra a la perfección el por qué.

Nota: Desactiven el sonido, la canción es horrible y no tiene consonancia con las imágenes.



Creo que lo irónico del asunto es que estas personas, pese a ser tomadas por "locas", hicieron (algunas) cosas que muchos de nosotros desearíamos poder llevar a cabo, como destruir una computadora -a mi me pasa cada dos o tres días jajaja...- =(

René Ostos ;)

Estoy muy contento, por fin regreso a casa - Eduard Anatolyevich Gil

Después del gran éxito que tuvo Philip Kirkorov en México, creí que sería muy difícil que Rusia diera otro diamante musical de esa talla... ¡me equivoqué!

Corría el año 1976 cuando en la tierra de Tolstoi fue presentada la presente melodía:

Nota :Para su comodidad, el autor del video le ha puesto subtítulos con la letra de la canción, así pueden cantarla como en un Karaoke.



¡Caray, que buena canción! =P

René Ostos ;)

jueves, 8 de abril de 2010

Una cita al día 242

"Siente el pensamiento, piensa el sentimiento."

Miguel de Unamuno (1864 - 1936) Escritor y filósofo español.







René Ostos ;)

Lux Aeterna - Kronos Quartet

Después de ver, hace algunos ayeres, Requiem for a Dream, quedé prendido de esta hermosa pieza musical. Escúchenla y diganme si tengo razón al decir que...



...escucharla es una dulce tristeza.

René Ostos ;)


miércoles, 7 de abril de 2010

Una cita al día 241

"Se aprende más en los juegos que se pierden que en las partidas que se ganan."

José Raúl Capablanca y Graupera (1888 - 1942) Ajedrecista cubano.






René Ostos ;)

martes, 6 de abril de 2010

Una cita al día 240

"Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco" (Altazor)

Vicente Huidobro (1893 - 1948) Poeta chileno.










René Ostos ;)

"La muñeca peda (ebria)" y "Bienvenida" - Fernando Delgadillo

Un poco de humor y sentimiento del Maestro Delgadillo:



Yo sólo he tenido la oportudidad de escucharlo en vivo en el Zócalo de la Ciudad de México, en un aniversario del EZLN; pero estos sujetos lo tuvieron en su casa ¡¡¡suertudotes!!! =D

René Ostos ;)

lunes, 5 de abril de 2010

Una cita al día 239

"Sólo merece libertad y vida quien diariamente sabe conquistarlas." -Fausto, parte II, acto V-

Johann Wolfgang von Goethe (1749 - 1832) Poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán.




René Ostos ;)

domingo, 4 de abril de 2010

Una cita al día 238

"No es que tenga miedo de morirme. Es tan sólo que no quiero estar allí cuando suceda."

Woody Allen (1935 - ¿?) Director de cine estadounidense.






René Ostos ;)

El mausoleo


(Da clic en la imagen para verla más grande)

Mausoleo de la familia Matias Romero, panteón civil de Dolores. México, D.F. (02.04.10)

René Ostos ;)

Nunca más...


(Da clic en la imagen para verla más grande)

Bosque de la segunda sección de Chapultepec. México, D.F. (02.04.10)

René Ostos ;)